El Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) es una enfermedad grave, compleja y con debilidad extrema caracterizada por una fatiga intensa, física y mental, que no desaparece, de forma alguna, que no mejora tras el reposo y que empeora al realizar actividad física o mental. La aparición de la enfermedad obliga a reducir sustancialmente la actividad y esta reducción de actividad se manifiesta en todas las actividades de la vida diaria.
El impacto del SFC en la vida del que la padece es demoledor, tanto por la enfermedad en sí misma como por el aislamiento e incomprensión del entorno, de hecho, las medidas validadas de calidad de vida, cuando se comparan con otras enfermedades, evidencian que el SFC es una de las enfermedades que peor calidad de vida lleva el que la sufre. Además de estas características básicas, algunos pacientes de Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) padecen diversos síntomas inespecíficos, como son:
- debilidad muy especial en las piernas.
- dolores musculares y articulares.
- deterioro de la memoria o la concentración, confusión e irritabilidad.
- no sentirse descansado después de haber dormido suficiente tiempo.
- insomnio.
- lenta recuperación de forma que la fatiga persiste más de veinticuatro horas después de un esfuerzo.
Se desconoce la causa del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) y no se dispone de pruebas específicas de diagnóstico, pero la mayor parte de los investigadores creen que las infecciones (sobre todo las producidas por determinados virus), la respuesta autoinmune y la exposición a agentes tóxicos o sustancias químicas pueden desencadenar la enfermedad incluso ante la exposición de dosis consideradas “de seguridad” para la mayoría de la población. Otros estudios sugieren que el síndrome de fatiga crónica podría ser causado por la inflamación a lo largo del sistema nervioso, y que esta inflamación podría ser una especie de proceso o respuesta inmune del sistema. También pueden jugar un papel importante otros factores como son la edad, una enfermedad previa, el estrés, el medio ambiente o la genética. Este síndrome ocurre con mayor frecuencia en mujeres de 30 a 50 años.
Se llega al diagnóstico luego de que el médico descarta otras posibles causas de fatiga, como por ejemplo, farmacodependencia, trastornos autoinmunes, infecciones, enfermedades musculares o neurológicas (como esclerosis múltiple), enfermedades endocrinas (como hipotiroidismo), otras enfermedades como cardiopatías, nefropatías o hepatopatías, enfermedades psiquiátricas o psicológicas como: depresión. En la actualidad no existe cura para el síndrome de fatiga crónica; más bien se tratan los síntomas. Muchas personas con este trastorno experimentan depresión y otros problemas psicológicos que pueden mejorar con tratamiento. En conjunto, la mejor estrategia para el tratamiento abarca una combinación de lo siguiente una alimentación saludable y rutina suave adaptada de ejercicios, medicamentos antidepresivos y ansiolíticos en algunos casos, terapia cognitivo-conductual (TCC), medicación para disminuir el dolor, el malestar y la fiebre y técnicas de manejo del sueño. Trabajar de la mano con tu médico para encontrar un nivel de actividad que puedas manejar. Luego, incremente gradualmente este nivel. El manejo de la actividad debe consistir en:
- Evitar hacer demasiado en los días cuando te sientes cansado (a).
- Establece un balance de tiempo entre la actividad, el reposo y el sueño.
- Dividir las tareas grandes en tareas menores y más manejables.
- Repartir las tareas de mayor desafío a lo largo de la semana.
Finalmente, los pacientes afectados por este síndrome se les invita a mantener una vida social activa y explorar la opción de medicina alternativa como complemento en su tratamiento y que mejora sustancialmente su calidad de vida.
MAPFRE Cuida de ti.