La violencia contra cualquier individuo mujer, niño hombre o personas mayores se ha convertido en un problema para la salud pública debido a la magnitud que ha alcanzado en las últimas décadas. Millones de personas mueren cada año por causas atribuibles a la violencia, y la mortalidad representa solo la parte más visible, ya que por cada muerte violenta se producen decenas o cientos de lesiones de diversa gravedad. Cuando se ejerce presión psíquica o abuso de la fuerza contra una persona, con el propósito de obtener fines en contra la voluntad de la víctima, estamos en presencia de un acto de violencia.
Existe la violencia física, la psicológica y la sexual. Sus causas pueden variar, y dependen de diferentes condiciones, como las situaciones graves e insoportables en la vida de la persona, la falta de responsabilidad por parte de los padres, la presión del grupo al que pertenece (lo cual es muy común en las escuelas), así como el resultado de no poder distinguir entre la realidad y la fantasía, entre otras muchas causas.
La OMS la define como: el uso intencional de la fuerza o el poder físico, de hecho, o como amenaza, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones. Esta definición vincula la intención con la comisión del acto mismo, independientemente de las consecuencias que se producen. Se excluyen de la definición los incidentes no intencionales, como son, la mayor parte de los accidentes de tráfico y las quemaduras.
La OMS estima que, 1 de cada 4 a 9 personas en los países en desarrollo sufre cada año lesiones por actos violentos, y que el 2 % del total de la población mundial está discapacitada como resultado de lesiones ocasionadas por accidentes o violencia. La violencia, a pesar de no constituir una enfermedad en el sentido tradicional de su comprensión, donde el elemento etiológico-biológico desempeña como regla un papel fundamental, en sentido social, constituye un problema de salud y un importante factor de riesgo psicosocial, dada la magnitud del daño, invalidez y muerte que provoca, con consecuencias múltiples y diversificadas en el nivel social, psicológico y biológico.
La violencia en todas sus manifestaciones y contra cualquier individuo mujer, niño, hombre o personas mayores suele ser dañina e inaceptable para la convivencia cotidiana del ser humano. Por esta razón debemos repudiarla en toda su manifestación y trabajarla desde el constructivo no general sino individual y personal para el logro del desarrollo de valores personales y colectivos que la repudien y no la visualicen como algo normal.
“Digamos no a la violencia de ningún tipo, ningún tipo de manifestación debe ser negociable bajo ningún escenario de vida”.
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Adaptado de la Revista Cubana de Medicina General Integral
Versión impresa ISSN 0864-2125versión On-line ISSN 1561-3038
