¿Qué se siente perder una pierna? Imposible saberlo si no lo has vivido, sin importar la empatía que intentes tener con quien sí enfrenta ese cambio de vida. Tatiana Rosado Meléndez lo afirma con una mezcla de coraje y dolor. Todavía está procesando las emociones que le provoca esto de caminar con “una cosa que no es mía”, o sea, la prótesis que utiliza hace cuatro años.
No es que tome a mal las muestras de afecto de amistades o incluso extraños, es que ahora que está del lado de las personas que han perdido una extremidad, se da cuenta de lo inexacta que puede ser la expresión: “imagino como te sientes”.
“Tú no me entiendes, no; porque tienes dos piernas”, recuerda haberle dicho a quienes han intentado darle consuelo.
Tatiana es una chef de 39 años que se describe como una persona muy activa. Su actitud lo confirma cuando conversa animadamente, gesticula al hablar y con asombrosa transparencia cuenta como ha vivido. Antes de su cambio físico, además de estar entregada a su trabajo de largas horas en un restaurante, limpiaba patios y realizaba otros oficios para mantenerse activa y ganar dinero retándose a hacer lo necesario, de manera honesta. Algo que le duele mucho es darse cuenta de que hoy su fuego interno puede ser incompatible con las limitaciones que representa haber perdido la pierna derecha.
“Ahora no puedo hacer esto o aquello porque tengo que depender de alguien. Ahora no me puedo trepar al techo o tengo que pensarlo mucho para subirme a una escalera. No puedo hacer tantas cosas”, dice sin ocultar la tristeza.
El día del choque que le cambió la vida, Tatiana estaba pasando por el período de tristeza que suele acompañar las rupturas de relaciones de pareja.
“Mi empleada me convenció de salir a tomar unos vinos para relajarme, porque llevaba varios días haciendo doble turno”, cuenta.
La noche fue larga y tuvo que reconocer que no estaba apta para conducir, así es que le pidió a su acompañante que lo hiciera. Pero desafortunadamente, ella se pasó de la entrada que debía tomar y al hacer el viraje para tomar la ruta correcta otro vehículo cruzó frente a ella súbitamente. Con el movimiento brusco para evitar un choque, Tatiana -quien no llevaba puesto el cinturón de seguridad- salió expulsada y cayó en el pavimento.
“Cuando abrí los ojos estaba en Centro Médico”, rememora.
A consecuencia del choque su pierna sufrió una herida severa que le hizo perder nueve pintas de sangre y tener un paro cardíaco. Los médicos tuvieron que amputarla para salvarle la vida. Tatiana recibió esta noticia mientras su madre lloraba y le acariciaba la cabeza. Escuchaba a los doctores hablar, esperando que en algún momento le dijeran que no era cierto; que era una broma. Pero era la realidad. Su nueva realidad.
En ese momento, su actitud fue hacerse cargo de curar su pierna de las heridas que tenía. Lo que muchos otros pacientes evitan o temen, ella lo asumía con valentía y determinación. Piensa que ese fue su mecanismo para evitar aceptar lo que estaba pasando. Hasta que llegó el “break down”.
¿Cómo retomar su rutina de trabajo que incluía estar de pie hasta 12 horas corridas? ¿Cómo ir más lento cuando estás acostumbrada a correr? Son respuestas que Tatiana, con toda su determinación, todavía está buscando.
Empezó pidiéndole a sus amistades trabajar un par de horas y así ha ido poco a poco aumentando su resistencia. Hasta que hoy puede cumplir con un turno completo y cerrar un restaurante.
“Un día me atreví a treparme en una mesa para limpiar la campana y lo logré. Ese día celebramos”, dice contenta al reconocer que apoyo, ni de la industria ni de sus amistades, le ha faltado. Todo lo contrario; sus relaciones se transformaron para elevarse a un nivel de intimidad y solidaridad que le provoca emoción y llanto.
¿Qué es la amistad para ti?, le preguntamos.
“No tengo ni palabras para eso, la verdad. Es algo extraordinario. Un sentimiento bien grande, diferente, bien puro. Las personas a mi alrededor siempre me dicen cosas tan bonitas. Mis amistades están más apegadas a mí, más pendientes. Siempre estuvieron, pero con esto nos unimos más”, dice con emoción
Recientemente, Tatiana quería un árbol de navidad negro. Y activó a su círculo para conseguirlo. Pasaron unos días una amiga la llamó para decirle que lo había encontrado y se lo regalaría. El gesto le enterneció, porque se siente amada. Y el amor es la fuerza que le ayuda a seguir.