Postrada en la vía, después de ser atropellada por un vehículo, Evelyn Rabelo Dones solo pensaba en sus hijos. No podía moverse, pero en medio del dolor físico su mente estaba sumida en el temor de no poder cumplir con su responsabilidad como madre. Quería levantarse de allí para seguir su vida como siempre, para hacerse cargo de su hogar. Sin embargo, una de las realidades que tienen que enfrentar las víctimas de choques en la carretera es que habrá una pausa obligatoria. Sanar las heridas físicas y emocionales de la experiencia requiere tiempo, paciencia y esfuerzo.
Evelyn tuvo que aceptar que a partir del choque tenía que enfocarse en su recuperación para poder volver a ejercer su maternidad de la manera que solía. Era la jefa de su hogar tras la muerte de su esposo. Sus hijos solo contaban con ella como cuidadora y eso aumentaba su preocupación.
Fue la mañana de un martes de mayo de 2010 – no recuerda el día exacto- que mientras cruzaba la Avenida De Diego para llegar a su trabajo como inspectora del área de Fiscalización del Departamento de Asuntos al Consumidor (DACO), la peatona sufrió el impacto de un auto cuya conductora aparentemente estaba distraída e iba a exceso de velocidad.
“Venía rápido. El golpe me impulsa y caigo a siete pies de donde estaba”, recuerda la mujer, quien en ese entonces tenía 42 años.
Mientras muchos vehículos seguían su ruta, un deambulante que frecuentaba la zona fue quien la socorrió. Detuvo el tránsito para protegerla mientras llegaba la ayuda. Tras el impacto, Evelyn exclamaba: “¡Ayúdenme! No me dejen morir. Mis hijos…”, rememora.
Una vez alertados de lo que había ocurrido, sus compañeros de trabajo también llegaron a acompañarla. Llevaban juntos 18 años, así es que en ese momento sintió la cómo la camaradería cultivada durante tanto tiempo se transformaba en solidaridad genuina. El impacto del auto le causó a Evelyn una fractura en la rodilla izquierda, que inicialmente los médicos optaron por reparar con una cirugía más sencilla que un reemplazo. Perder la capacidad de caminar durante varios meses hizo que cayera en una depresión severa.
“Sufrí ataques de ansiedad, no podía dormir. Estaba muy joven, pensaba en mis hijos que dependían de mí. Yo acababa de comprar una casa y tenía miedo de perderla porque no podía trabajar así. Fueron unos meses fuertes, pero como siempre digo, Dios no le da uno cargas que no puede sobrellevar”, asegura quien contó con el apoyo de su familia durante su convalecencia. Sus niños -un varón y una niña- entonces eran adolescentes que supieron respaldarla, cuidarla y demostrarle su amor en medio de la adversidad. Junto a ellos se fue recuperando hasta volver a caminar, pero cojeaba y vivía con molestia. A los seis años del choque la alternativa fue realizarle un reemplazo total de rodilla. Como a veces ocurre tras estos procedimientos, su cuerpo rechazó el material, así es que tuvo que volver a operarse ocho meses después. Nuevamente, su determinación fue puesta a prueba.
“Yo soy una mujer que no me dejo caer”, asegura con orgullo.
El proceso de recuperación fue duro. Hoy, ya plenamente sana, recordar esa parte de su pasado le confirma su fortaleza y le reafirma que con la actitud correcta- incluyendo una buena dosis de sentido del humor- lo difícil es más llevadero.
Tras su experiencia, Evelyn tiene mucha precaución al conducir y también cuando camina por zonas de mucho tránsito. Piensa que todos debemos ser más conscientes de la responsabilidad que conlleva estar detrás del guía, porque hay muchas situaciones que se pueden evitar si tenemos el cuidado necesario.
“Yo le diría a la gente: deben tener precaución al guiar y al cruzar”, enfatiza.